Islandia: Círculo Dorado.
Nuestro primer objetivo en Islandia fue recorrer el Círculo Dorado, una ruta por carretera de unos 300 kilómetros que, aunque puedan parecer muchos kilómetros, es un trayecto que la mayoría de visitantes acostumbramos a realizar en una única jornada.Empezamos el recorrido desde el centro de visitantes donde aparcamos la furgoneta. ¡Ojo! El parking es de pago (5€). Iniciamos el recorrido hasta la cima de la falla de Almannogja, desde donde se puede apreciar bastante bien la unión de las placas tectónicas americana y euroasiática.
Visitamos también la cascada de Þingvellir, pues pese a que esta no es especialmente alta o espectacular, al tratarse del agua que viene de América y cae sobre Europa le otorga un encanto especial.
Continuamos nuestro recorrido por el Círculo Dorado en dirección Geysir. Tras aparcar en un parking junto a un hotel y tras caminar unos 10-15 minutos, pudimos contemplar uno de los geysers más grandes del país.
En el pasado el agua del gran Geysir, alcanzaba una altura de 80 metros, pero lamentablemente se atascó en los años 50, cuando los turistas tiraban rocas intentando ponerlo en marcha.

Por suerte para los visitantes, al lado de Geysir se encuentra el géiser Strokkur, el más fiable del mundo, en el que tenemos que esperar entre 5 o 10 minutos para ver cómo sale el agua disparada a una altura de entre 15 a 30 metros. Todo un espectáculo.
A unos 10 kilómetros de Gyser, se encuentra nuestra última parada: la cascada de Gullfoss.
Gulfoss es uno de los mejores saltos de agua que podemos ver en todo Islandia. Gullfoss tiene 32 metros de caída en vertical sobre una estrecha quebrada. En los días de sol, como fue nuestro caso, apareció, incluso, el arco iris.
Se acede a través de un camino que parte de un parking, en el que encontraréis unos baños (de pago) y una gran tienda de souvenirs (a precios desorbitados).
Estas cataratas estuvieron a punto de desaparecer en los años veinte cuando un equipo de inversores extranjeros quería construir una presa en el río Hvitá para un proyecto hidroeléctrico. El propietario de las tierras, Tómasson, se negó a vendérselas, pero las construcciones se movieron a escondidas y obtuvieron el permiso directamente del gobierno. Entonces la hija de Tómasson, caminó descalza hasta Reikiavik para protestar, amenazando con arrojarse a la catarata si el proyecto de la central prosperaba.
Afortunadamente los inversores no llegaron a pagar a tiempo el contrato de arrendamiento y se canceló el permiso.
En 1975 fueron cedidas a la nación y desde entonces son reserva natural.
Otras posibles visitas y o actividades a realizar
Si vuestro bolsillo os lo permite, otra posible actividad a realizar sería la de practicar snorkel o submarinismo en la grieta continental de Silfra.
La grieta de Silfra, es el único lugar en donde la división de las placas tectónicas de Eurasia y América es visible por encima de la superficie de los océanos.
Rubén y yo somos buceadores y estuvimos realmente tentados, pero el gran desembolso económico que teníamos que hacer para 20 minutos nos pareció que no lo merecían (entre 500-600€ costaba poder hacer la inmersión, los dos).
¡Y hasta aquí nuestro periplo por el Círculo Dorado!
Próxima parada: las cataratas de Skógafoss.